El Vuelo del Fénix

Impresionante salto desde lo alto de una columna de 60 mts.

Duración: 41 seg.

Opinión: Llega tu turno. Has estado viendo caer a mucha gente antes que tu. Has visto de todo, desde gestos desencajados hasta la euforia más desmedida. Piensas: ¿Seré capaz? o cuando llegue el momento me echaré atrás. Ya no hay alternativa, la plataforma con tus otros 3 acompañantes sube, creo que muy lentamente, te da tiempo a pensar de nuevo: ¿Seré ...?. Bueno por lo menos la panorámica del parque es maravillosa. Llego arriba, se escucha como el mecanismo de enganche realiza su función. Esperas. Hay un par de amagos. Y caaaaaaaaaaaaaaaaees, tengo las entrañas en la garganta, al principio no puedo gritar y....  llegas abajo, miras a tus compañeros de viaje y no puedes evitar una leve sonrisa. !Lo he conseguido!. ¿Repetimos?. Si te gustan las bajadas, y no has encontrado bastantes en el Magnus Colossus, pues vente aquí y no salgas de la atracción hasta que revientes. Lo que sería una auténtica pasada es que tuviera la opción de subida lanzada para entonces subir y bajar un par de veces.

El origen del Ave Fénix viene de los desiertos de Libia y Eriopía. Aun así, su nombre proviene del griego "phoinix" que significa rojo.
Se le consideró un animal fabuloso, una especie de semidiós. Según la leyenda tenía el aspecto de un águila grande y fastuosa, que vivía muchísimos años.
Era sumamente inteligente, sabia cuando llegaba la hora de su hora por lo que construía un nido con la corteza de árboles olorosos y batía poderosamente sus alas hasta que se perpetuaba su sacrificio.
El Ave Fénix se consumía por acción del fuego cada 500 años, y de sus cenizas surgía una especie de gusano, que se metamorfoseaba en un Ave Fénix joven y nueva. Es por esto por lo que se decía que el Fénix "renacía de sus propias cenizas".
En la mitología del antiguo Egipto, el Ave Fénix (también llamado Benu) representaba el Sol, que muere por la noche y renace por la mañana. Los griegos, los romanos y después los cristianos hicieron del Ave Fénix un símbolo viviente de la inmortalidad y de la resurrección.