VIAJE a CALIFORNIA - NEVADA

"FarWest mesacho corto 2006"
(by edmenahi)

Sabado 13-5-06: Regreso a Casa.

Día de vuelta. Parece que no, pero en todos los viajes ocurre. Ese día se respira un ambiente diferente. Todos estamos con una sensación de pesadumbre, pero por otra parte, regresar a la vida “normal” también apetece. Muchos días de comer diferente, hablar diferente y dormir diferente (sobre todo en este viaje que compartía cama o con Acius o con Marcopolo). Algunos kilos de más que luego cuesta mucho perder, las cuentas diciendo “no me mires”. No sé, quizá todo eso es lo que hace diferente el último día.

Vamos, las caras lo dicen todo:

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Terminamos el desayuno, hacemos el check-out y nos vamos a la habitación para bajar las maletas. Aún quedan bastantes horas para la salida y Halfing sugiere que podíamos ir de visita al centro, pero le digo que no, no sea que ocurra cualquier contratiempo y no lleguemos al aeropuerto, además de que vamos cargados hasta los topes de bolsas y maletas que se ven desde fuera a pesar de las lunas tintadas. Así que con la inestimable ayuda de la iPaq de Halfing llegamos a la central de Alamo, donde dejamos la Sienna tras mirar y remirar si nos dejábamos algo en los múltiples escondrijos de los que dispone. Sin dudarlo, de poder, me compraría una monovolúmen como ésta. No es por hacer anuncio a Toyota, pero la calidad, el espacio y las prestaciones… ¡de diez! Nada que ver con la RAM 3500 del viaje del 2.003.

Al igual que Cop el día antes, foto al cuentakilómetros parcial:

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Venga, que otro saque la calculadora y haga el cambio a kilómetros

Montamos en el autobús que nos lleva hasta la terminal y de camino vemos una manifestación de esas típicas que se ven en las películas en las que no hay más de diez personas andando en círculo con carteles en las manos. Aunque lo que más me llama la atención son los mostradores de North-West y South-West, dos compañías aéreas de vuelos internos de los EEUU. La gente hace el check-in y la facturación de los equipajes en la calle, en mostradores dispuestos sobre los bordillos de las aceras .

Cuando bajamos del autobús y entramos en la terminal vemos que aún nos queda casi una hora para que abran los mostradores de facturación, así que nos entretenemos observando al currante que coloca las cintas de la cola. El hombre lo hacía con tal empeño que parecía que iba a crear una obra de arte. El caso es que en cuanto la tuvo montada no dudamos en ponernos en la fila.

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Más que nada por si había posibilidad de pillar alguna fila de esas en las que uno va más ancho

Cuando tuvimos las tarjetas de embarque, nos fuimos hacia los controles, que al igual que en Londres, son de los de “retratarse”. Así que fuera zapatos, todo a la cinta y para adentro. Lo malo es que aún nos quedaban un par de horas para el vuelo y, al igual que en mi último viaje a Miami, en la terminal no había nada donde poder comer decentemente. Al final nos recorrimos la terminal, inmensa, eso sí, y localizamos un pequeño bar, donde comimos algo como pudimos, pues era tan pequeño que para sentarnos tuvimos que esperar turno.

Mira que intentamos que nos dieran mejores asientos, pero no sólo no nos dieron una fila de “élite” sino que a Acius le colocaron en el asiento considerado como el peor de todos. Tenía un aseo a un palmo de sus narices. Nunca mejor dicho lo de las “narices” porque el pestuzo a caca y otras sustancias que se respiraba en el ambiente, en su sitio debía ser mareante. Quizá por eso el chaval vino durmiendo casi todo el rato

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Encima, estábamos al final de las pistas, con lo que el despegue se retrasó bastante. Bueno, mirando la de horas que nos quedaban aún para llegar a casa, tampoco fue para tanto.

Últimas fotos de Los Angeles:

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Ya en pleno vuelo, mirando la pantalla me doy cuenta de que estábamos sobrevolando la misma ruta que unos días antes habíamos hecho hacia/desde Las Vegas. Así que la excitación fue máxima cuando de repente pudimos contemplar el Strip desde 11.000 metros de altura. Lo más sorprendente es que a esa altitud éramos capaces de identificar todos los hoteles que habíamos visitado.

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Por supuesto, Stratosphere se distinguía a la perfección:

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Después del desierto llegaron los paisajes nevados y la frontera natural entre EEUU y Canadá,

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Con estas condiciones, casi mejor estar dentro que estar fuera:

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Mucho, mucha agua en el océano y como no, dos de dos. A la llegada a Londres, lluvia:

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Menos mal que no íbamos a tener que salir del aeropuerto, pues el día no era nada apacible. En comparación con el tiempo que habíamos tenido los últimos quince días, esto nos parecía invierno.

Tomamos tierra y como no teníamos prisa alguna, pues nos quedaban más de tres horas hasta coger el vuelo hacia Madrid, nos quedamos en el avión hasta que vemos que sale casi todo el mundo. Me pongo a buscar mis zapatillas por debajo del asiento que tengo delante y me doy cuenta que el pasajero que había estado allí se había dejado olvidado un set de colonias de Calvin Klein. Lo cogí con la idea de que lo vería en el aeropuerto antes de salir del control, así que aceleré el paso lo que pude, pero no conseguí localizarle, con lo que al llegar al control de pasaportes para los que se iban a quedar en Londres desistí de continuar buscándole. Nos fuimos hacia la zona de embarque de los que hacíamos escala y miré un rato por se veía allí al de la coleta, pero nada. Así que sin quererlo, me quedé con un lote de colonias de las que aún hoy tengo varias botes

Nada que ver el terminal de Londres con lo que habíamos sufrido en Los Angeles. Sobre todo Marcopolo, que no había fumado desde la hora del desayuno. Eso sí, el guetto del aeropuerto era horrible ya visto desde fuera, se notaba un denso humo que creo que le quitaba las ganas de fumar a cualquiera. La zona de tiendas y restaurantes es inmensa, pero a estas alturas no tenemos ganas ni de comer. Eso sí, lo que pudimos hacer fue terminar el trivial del móvil de Acius que nos habíamos dejado a medias a la ida

En el vuelo hacia Madrid, salimos con un retraso que se nos hizo eterno, aunque después tuve la suerte de ir en ventanilla y encima con el asiento de al lado vacío, cosa que se agradece infinitamente, pues parece que sean asientos para canijos.

Con la experiencia de vuelos anteriores y sabiendo cómo se las gastan las compañías aéreas, mientras esperábamos en la cinta para recoger las maletas le comenté a Kap que igual reclamaba mi maleta, pues le había visto una raja en una de las tapas. Raja que no sabía si se había hecho en el viaje de ida o al meterla en la Sienna algún día. El caso es que empezaron a salir las maletas de todos y el bolsón de los regalos (que llegó intacto) y mira por donde, compruebo que además de la raja que ya tenía, le habían hecho un abollón tan grande en una de las esquinas que se había rajado aún más. Así que para no quedarme sin derecho a reclamación me fui con Kap hacia el mostrador de Iberia que hay dentro de la zona de recogida de equipajes, ya que a ella también le llegó la maleta rota. Hicimos la reclamación y en menos de un mes tuve en casa una maleta de similares dimensiones pero…. De mucha mejor calidad. La que me rompieron me costó 30 euros en la fábrica de John Smith en unas rebajas para empleados y me dieron una flamante Samsonite .

Cuando nos dirigíamos hacia la salida de la zona restringida, en una de las ocasiones que se abrieron las puertas mientras salían otros pasajeros, Cyborg y Stich, que estaban ya impacientes se escaparon de Barti y entraron como un rayo a abrazarme. Menuda recibida me dieron

Salimos fuera y tras saludar al resto de familiares de mis compañeros de viaje nos fuimos al parking a recoger el coche. Recuerdo que le dije a Barti que teníamos la dirección asistida rota, pero tras unos días me dí cuenta que lo que me pasaba es que echaba de menos la suave dirección de la Sienna

Llegué a casa, deshice maletas, repartí regalos e intenté no dormirme hasta la noche. Aunque cuando llegó ésta me fue imposible dormir hasta casi el amanecer… cosas del jet-lag y quizá de la morriña del viaje.

Fin.

 

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